Desde entonces, todos los primeros viernes de mayo se celebra la fiesta que conmemora esta hazaña, en la que a lo largo de los siglos se han mezclado datos rigurosos con otros de origen legendario. Es una fiesta corta pero intensa, cargada de colorido y emoción.
Comienza a primera hora de la mañana cerca del cementerio de Jaca, en el Llano de la Victoria donde dice la leyenda que se celebró la batalla y posteriormente se levantó la ermita del mismo nombre (de la Victoria). Los jacetanos dan cuenta de un suculento almuerzo a base de migas, costillas y embutidos.
Al mediodía regresan a Jaca para celebrar el desfile de la victoria. Cerca de 2.000 jacetanos se visten con trajes de época e integran las escuadras que componen las huestes jaquesas: los artesanos, los labradores y los cristianos (corte condal). Todos ellos son guiados por el Conde Aznar, el verdadero protagonista de la jornada junto a las mujeres de Jaca. De hecho la fiesta tiene cierto componente feminista porque la tradición asegura que fueron ellas las que al salir en busca de sus maridos causaron la huida despavorida de los ejércitos invasores.
La jornada culmina sobre las dos de la tarde frente a la Casa Consistorial con el canto del himno de Jaca y su popular estrofa: “Jaca libre sabe vivir a la sombra del monte Oroel”. Es el momento más emotivo de todo el año. El Primer Viernes de Mayo concentra todas las emociones durante una sola mañana, aunque en los últimos años se han incorporado nuevos elementos que han prolongado las celebraciones desde la víspera hasta el sábado.
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